Un pergamino raspado en Constantinopla cambió el destino del conocimiento humano. El objeto, frágil y oscuro por el desgaste, pasó de contener cálculos avanzados a servir como soporte de salmos . Esa reutilización inmediata aseguró la desaparición de escritos que anticipaban avances de siglos.

El origen de aquella pérdida estuvo en manos de monjes que, sin plena conciencia de lo que hacían, copiaron oraciones sobre las ideas de Arquímedes , con lo que condenaron a la humanidad a caminar mucho más despacio hacia descubrimientos que podrían haber llegado mucho antes.

Un filólogo danés descubrió bajo los rezos un tratado matemático perdido

El filólogo danés Johan Ludvig Heiberg fue quien identificó en 1906 que tras los cantos religiosos se escondía uno de los textos perdidos del sabio de Siracusa. Reconoció pasajes de El método de los teoremas mecánicos en un volumen que parecía corriente. Sin embargo, la Primera Guerra Mundial interrumpió su labor, y el manuscrito desapareció poco después de ser fotografiado . El rastro del códice quedó difuso durante décadas, como si se hubiese evaporado entre guerras y traslados de bibliotecas.

Hubo que esperar hasta 1998 para que el libro reapareciera en una subasta en Nueva York . Un comprador anónimo pagó 2 millones de dólares y lo entregó al Walters Art Museum de Baltimore. En ese lugar, un grupo de especialistas aplicó técnicas de luz ultravioleta, infrarroja y rayos X .

El códice salió a la luz en 1998 y reveló obras que se creían desaparecidas para siempre

Bajo esas exploraciones afloraron páginas ocultas que habían permanecido veladas casi mil años, con cálculos geométricos y razonamientos matemáticos que se creían imposibles para la época en que fueron escritos.

El resultado de esas pruebas reveló mucho más que un tratado. Los investigadores hallaron hasta siete obras de Arquímedes, un comentario sobre las Categorías de Aristóteles y discursos del orador ateniense Hiperides . Entre los fragmentos destacó el Stomachion , en el que Arquímedes exploró las posibilidades de recomponer un cuadrado a partir de 14 piezas. El resultado fue sorprendente, ya que describía 17.152 disposiciones posibles , lo que se considera un primer ejemplo de matemática combinatoria .

Los hallazgos mostraron a un Arquímedes adelantado a cálculos modernos

La importancia de esos hallazgos se entiende mejor al recordar que Arquímedes trabajaba en Siracusa en el siglo III a. C. y que sus planteamientos anticiparon conceptos asociados al cálculo moderno. Entre sus razonamientos incluyó aproximaciones al centro de gravedad de figuras geométricas como paralelogramos, trapecios o segmentos de parábola . Aunque rudimentarios en apariencia, esos métodos abrieron un camino hacia soluciones que, siglos más tarde, se vincularían con el desarrollo de puentes, rascacielos o incluso la exploración espacial .

El propio Michael Sharp , editor del proyecto de publicación de los resultados, explicó en la Universidad de Cambridge que en esas páginas Arquímedes llegó a considerar la idea de infinito real . Según Sharp, “el pasaje que hace esto evidente es uno que Heiberg fue incapaz de leer por completo”. Ese punto se valoró como trascendental, ya que el concepto se creía desarrollado únicamente a partir del siglo XIX, mucho después de Newton y Leibniz .

Los hallazgos mostraron que Arquímedes se adelantó siglos al cálculo moderno

Los responsables de la investigación señalaron que el trabajo requirió años de paciencia y tecnología . En palabras recogidas por el Walters Museum, “las imágenes obtenidas con luz multiespectral mostraron fragmentos invisibles al ojo humano que cambiaron nuestra comprensión de la historia de las matemáticas”. Ese proceso demostró cómo la combinación de técnicas físicas modernas podía rescatar conocimiento milenario del olvido.

La reutilización medieval del pergamino alteró el rumbo del conocimiento

El origen del problema, sin embargo, se situó en el siglo XIII, cuando los monjes cristianos de un convento reciclaron aquel códice . El pergamino era caro y escaso, de modo que desmantelaron el libro antiguo , lo prensaron con hojas de otros seis volúmenes y escribieron sus oraciones encima.

El resultado fue un palimpsesto , término que define exactamente esa práctica de reutilización. Con ello lograron su objetivo inmediato, que era disponer de material para su liturgia , aunque el coste real para el futuro fue incalculable.

La historia del Palimpsesto de Arquímedes es un claro ejemplo de hasta qué punto la fragilidad de un soporte material pudo cambiar el curso de la ciencia. Los cálculos borrados siglos atrás aparecieron demasiado tarde para alterar el camino seguido por Newton o Leibniz, pero su recuperación sirvió para comprobar que las semillas de conceptos avanzados ya estaban plantadas en el mundo antiguo . Y también para entender que, en ocasiones, el destino del saber dependió de algo tan tangible como la mano que raspaba un pergamino.