Que el alcalde de Lima y “cabecilla” del extremismo derechista, Rafael López Aliaga, exhorte a “cargarse” al periodista Gustavo Gorriti no es un exabrupto aislado. Es la verbalización obscena de un instinto criminal contra la libertad de expresión. Un fanático que degrada el cargo que ocupa, lanzando llamados al homicidio, confirma cuánto odio y cuánto miedo les provoca el periodismo independiente.
Esa frase no debe quedar impune: debería estar siendo ya materia de investigación penal por instigación al crimen. En un país acosado por la corrupción y el fanatismo, la voz libre de Jaime Chincha —apagada por un infarto— nos recuerda que el periodismo digno nunca amenaza: ilumina.
El vacío que deja
El periodismo ha quedado huérfano con el infarto que apagó la vida de Jaime Chincha a sus jóv