“No hay que ver a la abeja como sinónimo de picadura, sino como sinónimo de abundancia”, comentó Elia Figueroa, dueña de Dear Honey
Cuando estudiaba la carrera de Negocios Internacionales, la madre de Elia Figueroa rescató un panal con ayuda de un apicultor llamado Aurelio, quien sugirió mantenerlo en la zona por sus condiciones naturales.
Desde entonces, Elia convirtió su curiosidad por las abejas en un proyecto universitario que terminó transformándose en una empresa social, a la que llamó Dear Honey.
A partir de ese espacio, ubicado en la Tercera Etapa del Río Tijuana, busca cambiar la percepción de las abejas, de agresivas a indispensables, y sensibilizar a la sociedad sobre su cuidado.
“Dear Honey nació porque me apasioné por las abejas; pensé: si a mí me gustan, no voy a ser la ú