El 13 de septiembre de 2010, el vuelo 2350 de la aerolínea Conviasa sufrió un trágico accidente en Ciudad Guayana, dejando un saldo de 17 fallecidos y 34 heridos. El siniestro ocurrió a las 10:20 de la mañana, cuando la aeronave, un ATR 42-320 con siglas YV1010, se precipitó a tierra cerca del portón IV de Sidor. El vuelo, que cubría la ruta Porlamar-Ciudad Guayana, despegó del Aeropuerto Internacional del Caribe Santiago Mariño a las 9:29 a.m., con un aterrizaje previsto en el Aeropuerto Internacional Manuel Piar, en Puerto Ordaz, aproximadamente 45 minutos después.
A bordo viajaban 51 personas, incluyendo 47 pasajeros y 4 tripulantes. La aeronave se encontraba a solo 6 millas de su destino cuando se produjo el accidente. La última comunicación de la tripulación se realizó a 10 millas del aeropuerto, donde informaron sobre su próximo arribo. En ese momento, el capitán reportó problemas para controlar el avión, lo que llevó a las autoridades a alertar a los equipos de rescate, quienes llegaron al lugar cinco minutos después del siniestro.
El piloto intentó realizar una maniobra de aterrizaje en un área despejada, pero no tuvo éxito. El entonces ministro de Transporte y Comunicaciones, Francisco Garcés, anunció que la Junta Investigadora de Accidentes Aéreos, junto con el grupo europeo ATR, se encargaría de investigar las causas del accidente. La aeronave, fabricada en 1994, había acumulado 25 mil horas de vuelo y presentaba antecedentes de fallas técnicas.
Cinco días después del accidente, Conviasa suspendió temporalmente sus operaciones para realizar una auditoría técnica. Se reveló que el avión siniestrado había sido reparado por una empresa no certificada en Estados Unidos, con costos que ascendían a 1.000.000 USD.
El 30 de diciembre de 2014, el Ministerio de Transporte Acuático y Aéreo de Venezuela publicó un informe que determinó que la causa probable del accidente fue una falla en una de las computadoras de la aeronave, combinada con deficiencias en la gestión de la emergencia por parte de la tripulación. El informe también destacó que el piloto enfrentó condiciones anormales, como la activación del sistema de alerta de pérdida y el desacoplamiento de los elevadores, lo que complicó el control del avión. Además, se mencionó que el nivel deficiente de habilidad emocional y cognitiva del comandante influyó en la toma de decisiones durante la crisis.