Una decisión imposible de cambiar, una huella emocional imborrable. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada año fallecen más de 700 mil personas de todas las edades por suicidio, siendo una de las principales causas de muerte entre los más jóvenes.

Una grave problemática de salud pública y social a que afecta irrecuperablemente a sus víctimas y sus entornos, interpelando a la sociedad a abrir oportunidades de proteger invaluables vidas que tienen una larga trayectoria por recorrer. Es el sentido con el que la OMS instauró el Día Mundial para la Prevención del Suicidio el 10 de septiembre, y también su meta global de al menos reducir en un tercio las lamentables cifras como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Desafíos cotidianos y especialmente críticos en el

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