Juan Antonio Hernández Betancourt, de 51 años, le rogó al policía Alberto Paredes que guardara su celular y su cartera.

"¡No quiero morir como un desconocido!", le imploraba.

La viuda de Juan Antonio, Rosa María, habló a tres días de la explosión de la pipa de gas y tras sepultar al hombre que, además de su pareja, fue el papá de sus hijos.

Juan Antonio era repartidor para una empresa de tés. Manejaba por la Ciudad y en otros estados, así que por seguridad se mantenía en contacto con Rosa.

El miércoles le dijo que ya iba para la empresa, ubicada en Iztapalapa, pero que estaba atorado por el tráfico cerca del Puente de la Concordia.

Quince minutos después le volvió a llamar.

"Me dice 'señora, señora, me estoy quemando ya me llevó la chingada despídeme de todos. Yo le digo 'Toño, Toño,

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