Hagamos un ejercicio de imaginación. Supongamos que dibujamos una línea sobre España que la divide en dos mitades y que un grupo de observadores las estudia durante un año. Imaginemos que descubren algo sorprendente: en una de esas mitades se producen el 92% de los asesinatos y homicidios y, también, en esa mitad están el 92% de todos los presos de España. En la otra mitad, tan solo el 8%. Es de suponer que, de suceder esto, quedaríamos impactados, nos llevaríamos las manos a la cabeza y exigiríamos a la Administración que investigara las causas de esa diferencia tan abismal y, a los políticos, que legislaran y aplicasen los medios necesarios para remediar esa situación cuanto antes.

Lo cierto es que no se trata de un ejercicio de imaginación, sino de la realidad. A la primera mitad la ll

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