Durante casi medio siglo, se mantuvo como una excepción en la industria del lujo: un creador que controlaba casi la totalidad de su empresa y que rechazaba sistemáticamente las ofertas de conglomerados como LVMH o Kering.
Sin embargo, su testamento revela que incluso Armani, símbolo de independencia, sabía que la sostenibilidad de la maison pasaba por abrir la puerta a nuevos socios estratégicos. Por eso, ordenó a sus herederos vender un 15% de la compañía en los próximos 18 meses y, en un plazo máximo de cinco años, hasta un 54,9% del negocio a un solo comprador o mediante salida a bolsa.
Entre los nombres mencionados destacan tres gigantes: LVMH, L’Oréal y EssilorLuxottica, empresas con las que Armani mantuvo relaciones profesionales durante décadas.
Los cinco herederos y el guar