LIMA (AP) — Sin rejas, ventanas con barrotes o torres de seguridad, la pequeña prisión que funciona dentro de un cuartel policial pasa desapercibida en un barrio de clase trabajadora de Lima, cerca de colinas desérticas.

Pero Barbadillo es la cárcel más conocida de Perú, no por sus dimensiones sino por la particularidad de sus internos: los tres reos que alberga son todos expresidentes.

En la prisión de 800 metros cuadrados están recluidos los exmandatarios Alejandro Toledo (2001-2006), sentenciado a 20 años por corrupción y lavado de activos; Ollanta Humala (2011-2016), condenado a 15 años por lavar activos de la constructora brasileña Odebrecht, y Pedro Castillo (2021-2022), detenido sin condena mientras es investigado por corrupción y juzgado por rebelión.

La cárcel es un conjunto de oficinas policiales transformadas en una penitenciaria en 2007 por el gobierno del entonces mandatario Alan García (2006-2011) para recluir al expresidente Alberto Fujimori (1990-2000).

Sus cuatro celdas sin lujos, de 15 metros cuadrados cada una, tienen sala, baño y dormitorio. Las paredes llegan a los cuatro metros de altura y las ventanas se ubican cerca del techo, por lo que es difícil ver desde el interior. También hay un huerto y un patio de recreo.

La penitenciaría es administrada por la agencia carcelaria al igual que las otras 68 cárceles de Perú donde, según datos oficiales, la superpoblación alcanza el 146%.

Junto a la prisión funciona desde agosto un tribunal construido exclusivamente para los exmandatarios con cuartos para magistrados y testigos y uno especial donde los expresidentes aguardan ser llamados al banquillo. También hay una sala para que los fiscales realicen interrogatorios y espacios para el público y la prensa.

Fujimori fue el primer preso de Barbadillo. Estuvo allí recluido 16 años cumpliendo tres condenas por corrupción y otra por 25 asesinatos perpetrados por militares a los que su gobierno protegió. Salió libre en 2023 gracias a un indulto y nueve meses después falleció a los 86 años.

Durante su encierro Fujimori pudo asistir a la boda religiosa de su hija menor en 2010, que se realizó con 50 invitados en una capilla afuera de la cárcel pero dentro del cuartel policial. También escribió sus memorias y pintó más de 30 cuadros, incluidos autorretratos, según datos de la agencia carcelaria.

Ningún periodista ha logrado ingresar formalmente a la prisión. The Associated Press pidió autorización para entrar, pero no obtuvo respuesta de las autoridades.

El único testimonio sobre la cárcel es el del exmandatario Martín Vizcarra (2018-2020), liberado recientemente luego de estar 22 días en prisión preventiva mientras es juzgado por un caso de corrupción presuntamente cometido cuando era gobernador en 2014.

“Abren una puerta de un cuarto, entras, cierran y ¡pum! ponen candado... No tenía un periódico, un libro, una radio. No uso reloj, no tienes celular, no sabes la hora”, relató Vizcarra, un ingeniero de 62 años, durante una entrevista con la radio local Exitosa. Recordó que Castillo le envió una bolsa con una mandarina, un plátano, una manzana y una frazada. “Es bien campechano y bien bonachón”, dijo.

Vizcarra estuvo en la celda contigua a la de Humala, un militar retirado de 63 años a quien describió como “muy parco”, pero que le regaló parte de su crédito telefónico para llamar a su familia desde el único teléfono público de la cárcel, un lugar donde los reos suelen encontrarse de forma breve, según Vizcarra.

Conversando con los guardias Vizcarra dijo que se enteró que Castillo cocina sus alimentos, mientras Toledo y Humala reciben comida preparada afuera de la prisión. Él, agregó, comió lo mismo que los agentes. “No hay nada como el hambre para quitarte cualquier engreimiento”, comentó.

Los tres expresidentes presos emplean su energía en planificar su estrategia de defensa con sus abogados y no reciben visitas de sus esposas e hijos, que en su totalidad viven afuera de Perú, resumió a AP Juan Sheput, exlegislador y exministro de Toledo que lo ha visitado en la prisión.

“Están con un estado de ánimo deprimido”, observó Sheput.

Los expresidentes sí reciben visitas de familiares más lejanos y simpatizantes políticos, de acuerdo con datos de la agencia penitenciaria.

Según relató el exlegislador, Toledo camina por el patio de 25 metros de largo donde los reos pueden estar hasta 10 horas, según el reglamento, y lee libros sobre la realidad peruana.

En el caso de Castillo, un maestro rural de 55 años, un video difundido por la prensa local lo mostró removiendo la tierra en el huerto.

Humala trota en el patio, realiza ejercicios con manos libres y usa un equipo básico de gimnasio, dijo a AP su abogado Wilfredo Pedraza.

Vizcarra comentó que en el mismo patio se propuso caminar cinco kilómetros diarios y calculó que para lograrlo tenía que ir de un extremo al otro 200 veces.

“Si algo hay que hacer en cárceles... es mantenerse lo más saludable posible y eso significa tener una agenda permanente para evitar que el encierro deteriore”, dijo el abogado de Humala.