Muchas veces nos da un ataque de nostalgia, un viaje en busca del tiempo perdido, y vamos atrapando objetos que nos lo recuerdan, que nos transportan a aquellos días de bota y carro, de palangana y flores, de domingos de juegos de bolos y de amaneceres de guadaña... aquel tiempo pudo ser más duro, y lo fue, pero también éramos más duros nosotros, insultantemente jóvenes y borrando los sudores les llamamos tiempos felices. Y te sientas abstraído a mirar la vieja y pesada bicicleta, de piñón y catalina, dinamo y frenos contra la pared, que si se la das a los ciclistas de hoy sería extraño que coronaran esos puertos de carreteras asfaltadas a los que ascienden a velocidades de auténticas motos. El tiempo no lo atrapas, se escapa entre las manos, pero lo revives en una burbuja y hasta juegas a
De todo... y la fardela del pan

36