Hay utensilios de cocina que pasan la prueba de fuego del tiempo porque resuelven cosas reales. La batidora de mano es uno de ellos: ocupa poco, se guarda en cualquier cajón y, en dos minutos, te saca un puré fino, un alioli decente o una salsa que salvó una cena. Frente a los robots todo en uno, aquí mandan la inmediatez y el control: ves lo que pasa en el vaso y decides al segundo si necesitas un punto más de batido o un chorro de aceite.

Además, el formato minipimer tiene otra virtud: va donde está la comida. No haces traslados con cazos, no ensucias media cocina y puedes trabajar en caliente dentro de la olla sin espectáculos. Si a esa agilidad le sumas potencia regulable, una cúpula que no salpica y accesorios útiles, te queda una herramienta que usas de lunes a domingo y no sólo el

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