El verano no ha sido fácil para el régimen.
Los escándalos en parte son heridas autoinfligidas, notoriamente cuando el senador Gerardo Fernández Noroña, como presidente de la Cámara alta obligó a un ciudadano a una disculpa pública por agresiones verbales de que fue objeto en el aeropuerto de la ciudad de México.
Lo que pretendió ser un acto ejemplar para inhibir a otros se convirtió en condena pública por el abuso de poder, especialmente, porque al particular se le presionó con la FGR.
No era el Senador, era el órgano legislativo; no era el gobierno, era el Estado mexicano.
De allí en adelante se repitieron deslices del senador y casos bochornosos por dispendio de personajes muy importantes del gobierno y de la política, entre otros Andrés López Beltrán, el prospecto del obradorismo p