Vivimos tiempos críticos: un mundo atestado por la guerra, el desorden y, lo que es peor, la distracción. Toda crisis puede ser de provecho para el hombre que, consciente de la imperfección de esta vida, vuelve la mirada a Dios. Pero la crisis moral que vivimos confunde a punto tal que al hombre se le dificulta ver el bien que trasciende al mal, o, más aún, que lo lleva a abrazar al mal como si fuera un bien.

CRISIS QUE LLEVA AL ODIO

La apostasía práctica está mostrando sus resultados cada vez con una mayor crudeza. Una sociedad atea es una sociedad sin moral y en la que, por lo tanto, desaparece la idea de prójimo. La muerte de Dios lleva a la muerte del hombre, porque los que odian a Dios no descansan hasta corromper su mejor creación.

Son numerosos los signos del alejamiento de Dios

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