Cuando el desespero, la impotencia y la rabia se apoderan del colectivo, ante la crisis ocasionada por la intolerancia, la apatía, la incapacidad, la corrupción, la traición y la retórica los pueblos reaccionan; no votando, ni creyendo en nadie, lo hacen abandonando en masa nuestro país.
Con saldos trágicos en pérdida de vidas de nuestros hijos, hijas, padres, madres y parejas. En el mediterráneo de América, Venezuela–Trinidad, que tristeza nos embarga por la pérdida de nuestra gente, como consecuencia de las sanciones, bloqueos y esa página criminal, indicadora artificial del valor dólar para estimular la inflación, la especulación y la usura por “los comerciantes”, la sabiduría del pueblo sabe eso.
Ah, y nuestros gobernantes ¿qué?
Distraídos tapando como el gato su incapacidad, hacién