Ayer en el aeropuerto, mientras cogía el vuelo que me trajo a la Fiesta del Libro en Medellín, se me acercó un rostro andrógino, realmente conocido, pero no distinguido y me pidió que si podríamos tomarnos una selfie. Con un tono de voz melifluo me preguntó, ¿no te acuerdas de mi?, y sin dejarme contestarle me inundó con una frase que estoy recordando entre risas y preocupación: “Todavía tengo pene, pero soy una mujer”. Le deseé la mejor de las suertes y me despedí sin dejar de especular mentalmente si nos hemos dado cuenta o no para donde va el mundo.

A mi edad, casi no salgo a la civilización y mis roces sociales en sitios públicos de diversión caducaron hace mucho rato doblegados por las prohibiciones médicas. Pero no he dejado de enterarme leyendo, oyendo o viendo videos sobre la ca

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