La primavera llega como un telón que se descorre suavemente, dejando ver un escenario colmado de vida. El aire tibio acaricia la piel, el perfume de los azahares se mezcla con el canto de los zorzales y la provincia de Buenos Aires se abre como un jardín infinito, una invitación constante a recorrerla. Cada pueblo, cada río, cada sendero florece como si el tiempo mismo se renovara con la estación.
Desde las orillas del Paraná hasta las llanuras sin fin de la pampa húmeda, la primavera enciende los paisajes con un resplandor particular. Las plazas se visten de flores, las lagunas espejan cielos diáfanos y los caminos rurales se transforman en postales vivas, donde los álamos se balancean como custodios de la ruta. Es la estación del movimiento, familias que eligen escapadas, amigos y amiga