Cuando pensamos en hielo y sal, lo normal es imaginar una carretera en pleno invierno: la nieve acumulada sobre el asfalto, los camiones esparciendo sal a toda prisa y los vecinos intentando no resbalar en las aceras heladas. Es una escena típica en el norte o en las zonas de montaña, donde el invierno convierte el paisaje en postal, pero también en un desafío cotidiano para quienes tienen que moverse entre carreteras cortadas o pasos peatonales convertidos en trampas.
Lo que solemos ver como una simple ayuda contra el hielo en las carreteras, en realidad puede esconder un potencial energético. Un equipo de la Universidad de Xi’an Jiaotong, en colaboración con el ICN2 y Stony Brook University, ha logrado probarlo en el laboratorio .
Un hallazgo con “sabor” a sal. Una pizca de sal para