Hubo un tiempo en el que España se atrevió a desafiar a los dictadores . Un tiempo en el que la justicia universal no era un concepto abstracto, sino una herramienta real para perseguir crímenes de lesa humanidad allá donde se hubieran cometido. Ese tiempo tuvo un punto de inflexión en octubre de 1998: la detención de Augusto Pinochet en Londres.

El dictador chileno viajó a Reino Unido para someterse a un tratamiento médico. Creía que nada podía pasarle. Había gobernado con mano de hierro, ordenado desapariciones y torturas, y sin embargo seguía moviéndose por el mundo convencido de que la impunidad era eterna . Su seguridad era tal que incluso viajaba con pasaporte diplomático.

Pero todo cambió cuando un tribunal español emitió una orden internacional de detención . El juez

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