Washington Los gritos de " Fight, fight, fight ! " que blandió Donald Trump después de sobrevivir al atentado de Butler no sólo eran una herramienta para galvanizar a los suyos. También eran una promesa de venganza que, un año después del episodio, galopa rampante por una sociedad mucho más fracturada y en la que el presidente ha abierto la veda para la persecución de la oposición. Sea en las universidades, en los centros de investigación científicos, en los medios o en las calles. La censura en el programa de Jimmy Kimmel por un comentario sobre el asesino de Charlie Kirk y el anuncio de que catalogará el movimiento antifascista como "organización terrorista" son los ejemplos más recientes, pero no serán los últimos.
Trump abre la veda a la persecución de la oposición

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