De ninguna manera la presente nota procura una defensa del Presidente de la Nación. Se hace muy difícil resguardarlo. Mucho he escrito sobre sus modos y la manera de ganar enemigos innecesarios.
Su impericia política, su imprudencia, su ajenidad a la historia argentina, el desconocimiento de nuestro pasado y la ausencia de raíces culturales nacionales lo hacen débil y quebradizo. Si a esto le adicionamos que los intelectuales que lo rodean, como lloronas de velorio, lagrimean errores conceptuales y orientaciones políticas fundamentalistas que en nada ayudan como por ejemplo glorificar la Revolución Libertadora o copiar la agenda anti woke de las grandes naciones occidentales. O mejor dicho, ser la contracara de la copia que realizó el kirchnerismo. Estamos en problemas. Ambos andan como e