Mientras algunos se arrancan el pelo al escuchar a nuestro presidente, yo no puedo evitar que me salga una carcajada. En serio, no hay comediante que le llegue a los talones. Y lo mejor de todo, sus discursos no tienen «libreto», son pura inspiración. La última vez que lo escuché, me dejó pensando en la magia de las palabras, específicamente, en esa pequeña y poderosa letra: la «i».

Según nuestro líder, si le quitamos la «i» a ilícito, se convierte en lícito. Y con esa sencilla fórmula, salvamos el mundo y la Amazonía. De verdad, qué nivel de simpleza, qué nivel de genialidad. ¿Para qué gastar en operativos, abogados o jueces? Si la solución a la ilegalidad está en quitar la «i», solo nos quedaría la legalidad. Pienso que, a partir de ahora, nuestros problemas se acabaron. Qué tal si le q

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