Es inquietante observar como en Hispanoamérica los gobiernos elegidos por sus pueblos, y supuestamente democráticos, los que ocupan el poder cambian la constitución para poder reelegirse una y otra vez.
Lo hizo Correa en Ecuador, con su sonrisa hipócrita, aplastando la prensa desde su tribuna, camino a la dictadura. Bolivia que no progresó bajo el gobierno de Morales, con un presidente que a ojos vistos no pensaba entregar el poder en elecciones democráticas. Nicaragua bajo el gobierno de Ortega, simpatizante y amigo de los Castro es otro mal ejemplo, en un país donde la miseria campea por su respeto. Los regímenes donde no haya una poderosa democracia y la libre empresa no se respeta, no hay progreso. Se ha dicho una y otra vez.
En Rusia donde el comunismo se apoderó del poder en 1917 y