El montañista Marco Cruz, de 80 años, reflexiona sobre el Chimborazo y las amenazas a los glaciares, a los que considera sitios sagrados, pero heridos de muerte
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Vestido con una chaqueta impermeable, unas medias blancas que cubren su pantalón hasta las rodillas, y unos zapatos de montaña, aparece Marco Cruz, entre la neblina, característica del páramo . Su sombrero negro resalta sobre su cabello blanco que se extiende hasta su cuello y, entre la barba grisácea, se abre paso una sonrisa, que rompe con el misterio de la atmósfera y da la bienvenida a los turistas a su pequeño refugio, ubicado a 4.000 metros