
Las grandes actualizaciones de software suelen generar tanta expectación como reproches, y la última versión de iOS no ha sido la excepción. El lanzamiento ha llegado rodeado de comentarios que señalan errores iniciales, quejas por el consumo de energía y reservas sobre la estabilidad, así como comentarios bastante negativos sobre las nueva animaciones.
El intenso debate en torno a esta actualización refleja un patrón habitual: cada vez que un sistema operativo se renueva de forma profunda, las primeras horas se convierten en un campo de pruebas donde los usuarios expresan su frustración . En este contexto, la nueva versión de Apple se ha convertido en el blanco de numerosas críticas, sobre todo por la gestión de la batería .
Los procesos internos tras la instalación explican el mayor gasto energético inicial
La reducción de la autonomía ha sido el aspecto más señalado tras la llegada de iOS 26 . Apple explicó en su documento de soporte que los procesos internos posteriores a la instalación requieren gran parte de los recursos del dispositivo.
La empresa indicó que el terminal reorganiza datos, recalibra componentes y analiza la biblioteca de fotos en segundo plano, lo que puede traducirse en un mayor consumo. Según la compañía, “dependiendo del uso individual, algunos usuarios pueden notar un pequeño impacto en el rendimiento y/o la duración de la batería ”.
El impacto es evidente porque el sistema lleva a cabo una serie de tareas exigentes t ras la instalación. Entre ellas se encuentran la indexación de archivos para Spotlight, la actualización de aplicaciones y la descarga de recursos adicionales.
Estos procesos, aunque invisibles para el usuario, demandan potencia adicional y repercuten en la autonomía. Apple subrayó en su publicación que este fenómeno siempre se repite tras una gran actualización y que, en cuestión de horas, la situación mejora sin intervención externa.
El calentamiento del dispositivo y la pérdida de fluidez agravan el malestar inicial
Las quejas de los usuarios no se limitan al descenso de la autonomía, sino que también apuntan a la sensación de calentamiento del dispositivo y a la percepción de menor fluidez en determinadas funciones. En su comunicación, la compañía recordó que hardware y software están diseñados de forma conjunta y que, tras cada nueva versión, el terminal necesita un tiempo de ajuste.
Según recoge MacRumors , Apple señaló que “trabaja continuamente para optimizar estas características en las actualizaciones de software para garantizar una gran duración de la batería y una experiencia de usuario fluida ”.
Los especialistas coinciden en que el desgaste inicial tiende a desaparecer en un plazo que oscila entre 24 y 48 horas . En ese tiempo, los procesos en segundo plano finalizan y la autonomía recupera sus niveles habituales.
Aun así, los técnicos recomiendan dejar el dispositivo conectado a la corriente y al Wi-Fi durante la noche , de modo que el trabajo de optimización se complete con mayor rapidez. Reiniciar el terminal tras ese periodo también ayuda a estabilizar el consumo energético.
Las novedades del sistema compensan las críticas con mejoras en seguridad y batería
Pese a este contratiempo, actualizar sigue siendo la opción más recomendable. La instalación garantiza la protección frente a amenazas de seguridad, incorpora nuevas funciones como Apple Intelligence y mejora la estabilidad general.
Además, iOS 26 introduce un Modo de consumo adaptativo que ajusta dinámicamente el rendimiento para alargar la vida útil de la batería. Esta novedad actúa de manera automática cuando detecta picos de uso, aunque solo está disponible para iPhone 15 Pro y modelos posteriores, dado que requiere mayor capacidad de procesamiento.
La compañía es consciente de que las críticas se repiten con cada gran lanzamiento y que muchos usuarios prefieren esperar a la primera versión intermedia antes de dar el salto. En este caso, se espera que iOS 26.1 llegue en pocas semanas , con correcciones adicionales y ajustes más afinados en el consumo.
Hasta entonces, el descenso temporal de batería aparece como el precio inevitable de disfrutar de un sistema renovado, lo que convierte cada actualización en un ejercicio de paciencia.