
Era 21 de junio de 2022 y el consejero de Educación en persona, Enrique Ossorio, visitaba el colegio público CEIP Eduardo Rojo, en Vallecas, para mostrar su apoyo y pasar revista de los puntos de ayuda humanitaria que se establecieron en varios centros madrileños para enviar a Ucrania. En las fotografías y declaraciones, rodeados de carteles y letreros en los pasillos del colegio, este miembro del Gobierno de Ayuso animaba a colaborar mientras condenaba la invasión rusa.
El Gobierno de Ayuso explicitó su respaldo a estas iniciativas escolares, orientadas también a recibir a niños y niñas afectados por la ofensiva militar. Casi tres años más tarde, los criterios de la Consejería han cambiado respecto a la dramática situación que se vive en la Franja de Gaza. A pesar de las casi 65.000 víctimas civiles asesinadas por el ejército israelí, la Inspección está ordenando a profesores y equipos directivos que retiren toda simbología palestina y mensajes de apoyo, y que cancelen las actividades en solidaridad con Palestina.
“Dejen de politizar los colegios”, zanjó este miércoles Ayuso cuando se conocieron varios casos de represión de estas muestras de apoyo en centros madrileños, sobre todo en institutos. El patrón de la presidenta madrileña pasa por considerar “politización” a toda manifestación diferente a su pensamiento, al igual que ocurrió cuando los campus universitarios madrileños realizaron acampadas para clamar por un alto el fuego en mayo y junio de 2024.
Para el Ejecutivo regional, unas llamadas por la paz son más urgentes que otras y hay víctimas que merecen la atención de la comunidad educativa y otras que no. Un total de 1.580 colegios públicos y concertados de Madrid albergaron en 2022 numerosas iniciativas, puntos de recogida y actividades para enviar comida y ropa al pueblo ucraniano, y colocaron mensajes de apoyo en los pasillos, como 'Ucrania te necesita' y una imagen de un niño con la bandera ucraniana dibujada en el rostro.
Sin embargo, la Administración de Ayuso defiende que denunciar el bloqueo de ayuda humanitaria que sufre Gaza, la hambruna sistemática y el genocidio del pueblo palestino es un adoctrinamiento que, además, tiene como fin último encubrir al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
“Nos preocupa que esta ola de solidaridad decaiga y, lo peor, que nos acostumbremos a ver a diario imágenes atroces desde calles de toda Ucrania con muertes y destrucción sin saber que podemos hacer mucho por toda esa gente que sufre”, lamentó Ayuso el 16 de junio de 2022. Sin embargo, el pasado 10 de septiembre su discurso sobre la gente de Palestina, que también sufre por las calles de Gaza, fue muy diferente: “Nadie quiere que muera nadie, pero... Lo ha provocado gente capaz de violar y mutilar”. Justificó las muertes de inocentes porque, dice, Israel está “defendiendo” a los países europeos de la “islamización”: “Lo que está sufriendo Israel de la parte de Hamás nos va a ocurrir a nosotros también y no será muy tarde”.
Otro ejemplo de la doble vara de medir del PP de Madrid vino el pasado domingo durante las protestas contra el genocidio en La Vuelta ciclista a su paso por la capital. La expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, acusó al presidente del Gobierno de agitar las manifestaciones, mayoritariamente pacíficas, y a los asistentes de “aplicar alguno de los métodos de ETA”. La multitudinaria protesta, en cambio, no ocasionó daños mobiliarios más allá de las vallas que se arrojaron al suelo para cortar el paso a los ciclistas por el recorrido. Mientras el PP calificaba de prácticas terroristas este corte del tráfico, ignoraban que en las protestas lideradas por la derecha es también algo habitual. La propia Aguirre hace dos años, en las protestas de extrema derecha frente a la sede del PSOE en Ferraz, animó a la muchedumbre a cortar el tráfico y colocarse más allá de las vallas colocadas por el dispositivo de seguridad.
“Queremos cortar el tráfico. Hay que explicárselo. Si cruzamos todos a la vez...”, propone la expresidenta en un vídeo de Estado de Alarma sobre la manifestación neonazi. Animando con los brazos a la multitud de enfrente, Aguirre repite: “Yo cortaría el tráfico”.
Ayuso ha marcado desde el inicio del curso político el camino al PP de cara a la ofensiva israelí en Gaza, evitando aludir al genocidio, ya declarado por el Consejo de las Naciones Unidas, pero que según Almeida no puede suceder porque ya lo sufrió el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial.
Para la presidenta madrileña toda protesta por una causa que no comparte es “kale borroka”, una conspiración política en su contra o responde a los deseos de Pedro Sánchez para desviar la atención. Por ello, tilda de “salvajes terroristas callejeros” a los 100.000 manifestantes que lograron frenar el pasado domingo el trascurso de La Vuelta ciclista, una competición que permitió la participación del equipo Israel Tech, cuya empresa patrocinadora está en manos de un millonario sionista cercano a Benjamin Netanyahu. Ahora, los docentes que cuentan a sus alumnos lo que está ocurriendo en Oriente Próximo, apoyados en la libertad de cátedra, quieren “reventar la convivencia” en Madrid. Esta situación choca frontalmente con su lema político que airea la “libertad”.