La tarde, de inicio bochornosa, después molesta por el aire y en la que acabó apareciendo y siendo protagonista la lluvia , se cernía sobre Salamanca cuando La Glorieta, en sus alrededores y también en el patio de cuadrillas, se transformaba en un hervidero de colores, voces y expectativa por ver llegar -y también cómo lo hacían-, a los protagonistas de la tarde.
Los tendidos se llenaban lentamente: familias que llegan con jóvenes emocionados, grupos de amigos que se saludan entre risas y saludos, y veteranos que ocupan sus localidades habituales, alguno con el binocular colado del cuello, muchos con los teléfonos móviles listos en la mano y la mirada fija en la arena como si pudieran leer en ella cada historia del pasado.
Es a partir de ahí cuando murmullo inicial crece poco a poc