En el corazón del Cerrato Palentino, entre colinas onduladas y tierras bañadas por el Arlanza, se erige una bodega que es mucho más que un proyecto vitivinícola: Pagos de Negredo. Para entender su presente hay que remontarse a 1862, cuando don Marcial de la Cámara , jurista y figura destacada de la vida intelectual española del XIX, decidió plantar viñedos en un paraje de Palenzuela . El resultado fue sorprendente: en poco tiempo sus vinos alcanzaron prestigio y obtuvieron veinte premios internacionales en ciudades como Amberes, París o Chicago, algo excepcional en una España que apenas comenzaba a mirar hacia el exterior en materia enológica.
“El pago de Negredo tiene una historia fascinante y muy bonita”, recuerda hoy Jaime Primo, actual gerente de la bodega y al frente de un eq