Girona es ahora mismo Murphy. Todo lo que puede salir mal, sale peor. La tostada no cae ni por el lado de la mantequilla, sino que se desintegra antes de alcanzar el suelo. O, lo que es lo mismo, cuando el equipo de Míchel necesita ganar para remontar el vuelo, se queda con nueve jugadores, el Levante le pasa por encima y todo el mundo sale de Montilivi desencajado, enfadado con la actuación arbitral y resignado a que será una temporada como las de antaño, de pico y pala. Pero primero hay que encontrar esas herramientas. Y ahora mismo nadie sabe en qué almacén están. “Directiva dimisión” cantaron al unísono la grada, tras el 0-3, por primera vez de forma tan coral. Otros aficionados ya habían desfilado. De la Champions a la descomposición.
Y eso que las primeras aproximaciones fueron d