Moha Attaoui peleó mejor que en los Juegos de París pero volvió a terminar quinto en una carrera con los mismos atletas en el podio
Qué peñazo, otra vez lo mismo. En Tokio fresco y nocturno como en París luminoso y cálido. A los niños les encanta volver a oír una y mil veces el mismo cuento cuya peripecia conocen y disfrutan cuando oyen el final como si fuera la primera vez que se lo cuentan, pero los adultos buscan cambio, el triunfo de lo imprevisto les hace creer que no todo en sus vidas está decidido, que su voluntad puede guiarles por el camino que deseen, y hasta les puede tocar la lotería, y Moha Attaoui , pese a los aires de niño imberbe y el recorte nítido del pelo alrededor de sus orejas, y la frescura en la mirada de un chaval de 23 años, es un adulto en la era del inamovible