El 22 de julio de julio de este año, algo inédito sucedió en nuestro país. Ese día, más de 80.000 personas –¿o deberíamos decir “visualizadores”?– dirigieron los navegadores de sus dispositivos a YouTube, donde el Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) estaba transmitiendo desde el fondo del mar. Por medio de un sofisticado sistema de cámaras, la misión, llevada a cabo junto a la fundación estadounidense Schmidt Ocean Institute se propuso mostrar imágenes de ese espacio inaccesible, hasta el momento, al ojo humano.
Como si fuera un guiño del destino, o una acción de marketing involuntaria, un tiempo antes, la editorial Caja Negra había publicado un libro que parecía haberse escrito especialmente para la ocasión. Imágenes operativas del islandés Jussi Par