El trasfondo burocrático del mundo del arte y la onerosidad de sus obras ejercen como catalizadores de un conjunto disímil de personajes en El cuadro robado, filme del guionista y realizador Pascal Bonitzer.
André Masson (Alex Lutz) es un subastador artístico que le expone sus principios cínicos a su becaria Aurore (Louise Chevillotte), con la que comparte oficina: “Tienes que estar dispuesta a hacer cualquier cosa por una venta; se trata de seducir y putear”.
El semblante desencantado de André cobra sin embargo un brillo inédito cuando le llega la noticia de que se ha descubierto una obra de Egon Schiele en la casa de un trabajador fabril, Martin Keller (Arcadi Radeff), lienzo al que viaja a ver en persona junto a su exmujer y colega Bertina (Léa Drucker).
Si bien el hallazgo suena a b