El exterminio de los palestinos por parte de Israel puede conducir a que el histórico “pueblo sin Estado” que fue Palestina por décadas, acabe convertido en un “Estado sin pueblo”: un Estado reconocido por toda la comunidad internacional, pero sin pueblo, sin ciudadanos, sin un palestino vivo

Reino Unido, Canadá, Australia, Portugal, Francia, Luxemburgo, y meses atrás España, Irlanda, Noruega y Eslovenia, ya se han sumado a los más de 140 países que en el mundo reconocen a Palestina como Estado. No extrañe que detrás vengan Italia y Alemania, hasta ahora más reticentes, y otros países que todavía no han dado el paso, y que incluso Estados Unidos acabe por reconocer el Estado de Palestina. Qué digo Estados Unidos: hasta Israel podría reconocer el Estado de Palestina… cuando ya no quede nada de él.

La resistencia de algunos países a reconocer a Palestina es inversamente proporcional a su viabilidad como Estado: cuanto más inviable sea el Estado palestino, más fácil que lo reconozcan. Cuanto menos territorio quede donde plantar el posible Estado, más reconocimientos internacionales. A la carrera, no sea que lleguen tarde y no quede ya ni un metro cuadrado de Palestina.

He dicho “cuanto menos territorio quede”, pero corrijo: “cuantos menos palestinos queden”. El exterminio de los palestinos por parte de Israel puede conducir a que el histórico “pueblo sin Estado” que fue Palestina por décadas, acabe convertido en un “Estado sin pueblo”: un Estado reconocido por toda la comunidad internacional, pero sin pueblo, sin ciudadanos, sin un palestino vivo. No otra cosa significa literalmente “genocidio”: matar a todo un pueblo. Y eso es lo que ha decidido Israel, con la connivencia, vista gorda o colaboración de los mismos países que dicen apostar por “la solución de los dos Estados”, cuando saben que esa solución es una quimera por incomparecencia de uno de los Estados: el exterminado.

No sabemos si el reconocimiento simbólico se acelera porque Israel acelera el exterminio, o si Israel acelera el exterminio en respuesta al mayor reconocimiento internacional de Palestina. Seguramente las dos cosas. ¿De qué sirve reconocer a un Estado si no estás dispuesto a impedir, o al menos no colaborar en su aniquilación? Una vez Israel arrase toda Palestina y asesine o expulse hasta al último palestino, nadie duda de que volverá sus tropas sobre Cisjordania, donde lleva dos años multiplicando sus acciones militares, ampliando colonias, permitiendo a los colonos asesinar impunemente, expulsando habitantes, destruyendo infraestructuras, en un proceso que comenzó hace ya décadas: hacer no solo inviable, sino también inhabitable el autogobierno palestino.

Los reconocimientos (insisto: simbólicos) del Estado palestino no sirven para gran cosa: ni siquiera para que participe en la Asamblea de la ONU de esta semana. No solo porque Estados Unidos sigue vetando su reconocimiento y solo le permite asistir como “observador”: es que ahora además el gobierno Trump ha decidido anular los visados de todos los delegados palestinos, incumpliendo sus obligaciones como anfitrión de la ONU, y forzando al presidente del “Estado” a participar por videoconferencia. Si no lo impedimos, para la próxima Asamblea el reconocidísimo Estado de Palestina no participará ya ni por Zoom, por no quedar un palestino vivo al otro lado de la pantalla.