Tenía 16 años y estudiaba el Curso Preuniversitario (PREU) en el Instituto de Bachillerato de La Laguna, en Tenerife, cuando me impactó conocer la noticia del asesinato de Patricio Lumumba. Meses antes, la información internacional nos había tenido a todos pendientes de la revolución cubana, a través de una serie excepcional de entrevistas y trabajos que la periodista italiana Oriana Fallaci transmitía desde Sierra Maestra, dándonos a conocer las figuras de Camilo Cienfuegos, Fidel Castro o el Ché Guevara.

Lo de Lumumba también captó mi atención. En el Congo, poco más de un año después de proclamarse la independencia del país que fue el ‘huerto privado’ del Rey Leopoldo II de Bélgica (de hecho, en la práctica, la Conferencia de Berlín le dio toda esa inmensa zona al Rey, no al país), los

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