En Caracas, ciudad de contrastes y milagros, la fe no es solo devoción. Es además, un mecanismo de supervivencia. En cada esquina entre el caos del tráfico y el roce humano, José Gregorio Hernández se manifiesta como figura omnipresente, más allá de su canonización oficial que finalmente verá la luz, junto a Carmen Rendiles, el próximo domingo 19 de octubre.

No es solo el médico de los pobres, sino el compañero espiritual que escolta al caraqueño en particular y al venezolano en general, en sus rutinas, angustias y esperanzas.

Su imagen adorna reposacabezas de camioneticas, fachadas de farmacias, altares domésticos y paredes grafiteadas en cualquier extremo de la ciudad. Es estampita en la cartera, pisapapeles, protector de choferes y testigo silente de las tribulaciones urbanas.

Su pre

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