Desde Río de Janeiro
Como es tradición en cada apertura de la Asamblea General de la ONU, los presidentes de Brasil y de EE.UU. se suceden como los primeros en tomar la palabra. Pero pocas veces, como en esta ocasión, los discursos de ambos mandatarios resultaron tan frontalmente contradictorios.
de un país hoy importante en el mundo. Lo hizo en nombre del Sur global, de esa gran mayoría de la humanidad. Defendió la prioridad de la lucha contra el hambre en el mundo, que golpea a más de 700 millones de personas. Reclamó la solución pacífica de los conflictos bélicos en el mundo, con especial énfasis en Gaza. Defendió la democracia y la soberanía, como cuestiones innegociables, y alcanzó incluso a mencionar a los Brics.
como si el discurso y el lugar de EE.UU. en el mundo no hubieran ca