En el Hospital 66 del IMSS todavía se siente el vacío. Los pasillos por donde caminaba el doctor Louis Edward Holguín Andrade hoy guardan un silencio extraño, un aire de luto que cala en enfermeras, residentes y pacientes. No era un médico cualquiera: era un joven que apostó por la pediatría porque decía que en los niños estaba la esperanza de un futuro distinto.

Originario de Cuauhtémoc, Chihuahua, llegó a Juárez hace apenas unos meses para continuar su especialización. Dejaba atrás a su esposa embarazada y a sus dos hijos pequeños, con la promesa de que su esfuerzo daría frutos para todos. Sus colegas lo recuerdan como un hombre sencillo, con una sonrisa rápida y siempre dispuesto a tender la mano.

El sábado, cuando buscaba comprar un carro para moverse en la ciudad, la violencia lo al

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