El corazón se acelera en las tribunas . Sí, aunque la clasificación es una certeza, y cada uno de los hinchas que llegaron al Cilindro lo expresa a viva voz, esperan por el silbatazo de Esteban Ostojich . Entonces, el ruido del pitazo se transforma en una canción. Por esos jugadores que “dejan la vida por los colores” , como ofrece el estribillo de la popular. Por Gustavo Costas , que se abraza a sus hijos y colaboradores, el líder espiritual de un equipo que ya puede jactarse de hacer historia. Por Racing, claro, semifinalista de la Copa Libertadores después de 28 años por el 2-0 global ante Vélez .
La gente, que se expande de felicidad, pide ganar esa Copa que se conquistó una sola vez, en aquel lejano 1967. Y aunque la victoria está fresca y los jugadores arman una ronda a p