Desde la imprenta hasta las redes sociales, las innovaciones tecnológicas de la comunicación han conllevado detractores y apasionados. Sobre las redes sociales, el semiólogo italiano Umberto Eco, aunque reconocía el potencial del instrumento, llegó a decir que era similar a una legión de idiotas opinando sobre lo que no saben: “el drama del Internet es que ha promovido al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad”. Lo importante no es saber sino opinar, decía, amén de que las redes facilitan la formación de manadas digitales que atacan, linchan, o difunden teorías sin sentido de manera coordinada, pero sin reflexión individual. El anonimato o la sensación de impunidad de atacar a desconocidos potencia este comportamiento.

Algunos de los cambios de comportamiento que privan hoy en

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