Hace mucho tiempo que el debate sobre el ritmo de crecimiento del PIB –el Producto Interno Bruto como la suma de los bienes y servicios de una economía– dejó de ser referente aislado y su tasa anual se cruza con variables de distribución del ingreso, la riqueza y los beneficios para constituirse en un indicador del bienestar real de una sociedad.

Ahora que el último reporte del Fondo Monetario Internacional causó optimismo en el sector público porque pasó el crecimiento del PIB de 0.4% a 1% para 2025, de nueva cuenta se ofrece la oportunidad para reiterar el hecho de que el PIB no se mueve solo ni a capricho de funcionarios, observadores o críticos sino que refleja el ritmo de crecimiento económico de un país y es el referente para quedarse solo en la cifra o c

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