La curiosidad mató al gato, pero no a un joven afgano de 13 años que, esperanzado en conocer Irán, se coló en el aeropuerto de Kabul, capital de Afganistán, y entró de manera cautelosa a la pista de aterrizaje para esconderse en el compartimento trasero del tren de aterrizaje de un avión de la aerolínea Kam Air.
Entonces parecía desconocer que había abordado el RQ-4401, un vuelo que, horas más tarde, lo dejó en el aeropuerto internacional de Delhi y no el de Teherán, al que quería llegar para unas vacacione improvisadas, para las que empacó nada más que un pequeño bafle rojo.
La Fuerza de Seguridad Industrial Central de la India (Cisf), encargada de garantizar la seguridad aeroportuaria en el gigante asiático, descubrió lo ocurrido al encontrarlo deambulando por la pista de aterrizaje de