WASHINGTON (AP) — Después de servir con el Cuerpo de Marines de Estados Unidos en Irak, Julio Torres tiene tatuados en sus brazos la bandera estadounidense y la insignia del Cuerpo de Marines para mostrar su orgullo por servir a un país que llama hogar.
Y después de luchar contra el síndrome de estrés postraumático, la adicción a las drogas y un cargo penal relacionado tras su despliegue, este hombre de 44 años ha encontrado un nuevo propósito como pastor, predicando un mensaje de libertad a aquellos que enfrentan problemas similares.
Pero en estos días, su comunidad en el este de Texas se siente más como una cárcel que como la tierra de la libertad.
Mientras el presidente Donald Trump trabaja para llevar a cabo su agenda de deportaciones masivas, Torres, quien nació en México y emigró