Todos tenemos en la memoria esa imagen icónica: Audrey Hepburn, gafas XXL, croissant en mano y café en vaso de cartón mientras contempla con gesto melancólico los escaparates de Tiffany’s . La escena convirtió un desayuno en un acto de glamour eterno. Pero, ¿y si les digo que en Madrid también se puede desayunar con diamantes, sin necesidad de estar alojados en un hotel ni de tener la tarjeta platino de un jeque árabe?

Porque sí, todavía existe ese miedo reverencial a entrar en un hotel de cinco estrellas solo para desayunar. Como si uno necesitara una contraseña secreta, una reserva previa con apellidos compuestos o un pasaporte diplomático. Nada más lejos de la realidad: basta con cruzar la puerta giratoria, dejarse envolver por la moqueta y pedir mesa. Y de paso, regalarse un amanec

See Full Page