Hay lugares que, antes de conocerlos, me han atraído por diversas razones. Algunos por su historia milenaria, y otros por su naturaleza. Están aquellos en los que reconozco en su geografía ciudades con renombre, de esas que hablan por sí solas. Pero también hay otros que me atraen quizás porque no se habla mucho de ellos. Malta, por ejemplo. Enclavada en el corazón del Mediterráneo, en un punto intermedio entre la Sicilia italiana y las costas africanas de Túnez , su territorio compuesto de dos islas principales, Malta y Gozo y una muy chiquita, Comino, que apenas se despliegan por unos cincuenta kilómetros de norte a sur y un poco menos de este a oeste, ha sido a lo largo de la historia un paso obligado por civilizaciones que sucesivamente fueron dominando este mar que separa a Europa d

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