No todos vemos el color igual, y la razón no es un único factor sino un pequeño cóctel de cómo está hecho nuestro ojo, de cómo interpreta el cerebro lo que recibe y de cierta herencia que arrastramos desde muy atrás en el tiempo.

En la retina viven los conos, las células que ‘leen’ los colores, y aquí aparece una curiosidad genética que favorece a muchas mujeres, porque al tener dos cromosomas X cuentan con una especie de copia de seguridad que reduce errores en los pigmentos del rojo y del verde, de modo que el daltonismo se dispara sobre todo en hombres; además, un porcentaje nada desdeñable de mujeres podría disponer de un cuarto tipo de cono útil, lo que se traduce en una paleta más rica, especialmente en amarillos y verdes que para otros pasan casi desapercibidos.

Las hormonas tambi

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