Los usos y costumbres de la clase política en México asumen que el presidente entrante está obligado a dar un manotazo político en el primer tramo de su sexenio, para mostrar quién está en control del poder. Sea para desprenderse de la sombra de su predecesor, sea para meter en línea a los actores políticos que en todo cambio de timón intentan ampliar sus espacios de injerencia. La presunta costumbre se alimenta de una copiosa evidencia: desde el exilio de Calles impuesto por Lázaro Cárdenas a principios de los treinta, hasta el encarcelamiento de Raúl Salinas impulsado por Ernesto Zedillo en los noventa (para sacudirse al caudillo previo); y desde Carlos Salinas con la aprehensión del líder sindical La Quina , hasta Felipe Calderón con su guerra militarizada contra los cárteles (ambos

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