Se echó a andar formalmente el proceso de aprobación de una nueva reforma electoral desde el Ejecutivo y otra vez sin la participación de los partidos. Todas las reformas electorales desde la creación de la Comisión Federal Electoral en 1951 hasta los ajustes del Pacto por México de 2014 han sido dirigidas desde la presidencia para beneficiar al partido en el poder.
En este contexto, no se deben tener expectativas reales de la reforma electoral que se formalizó el 4 de agosto pasado con el decreto de creación de la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral, pero en el contexto de que no toda la culpa es del Gobierno en turno sino que la oposición ha carecido de fuerza, iniciativas y capacidad de negociación.
Todos los partidos políticos del México moderno –c