El número uno sufre una torcedura al poco de comenzar el duelo contra Báez, pero se repone y bate con oficio al argentino (6-4 y 6-2, en 1h 32m) en el estreno de Tokio
No es, desde luego, el inicio previsto ni deseado. Al revés: sumamente accidentado. A los 20 minutos, el público de Tokio se lleva las manos a la cabeza y se disparan las alarmas cuando a Carlos Alcaraz , cohete y prodigio de la elasticidad él, se le queda enganchado el pie izquierdo en el desplazamiento y acto seguido se tumba sobre el suelo de la pista entre indisimulables gestos de dolor. Pinta feo el retorcijón, sutil pero aparatoso, y así lo corrobora la reacción inmediata del murciano, al que le cuesta incorporarse por sí solo y quien desprende la sensación lógica del susto mientras es atendido en la silla. Sudores