Desde hace décadas, en Pasto, al sur occidente colombiano, el apellido Sarralde era sinónimo de maestría en la madera. Tallaban muebles, puertas, estructuras enteras con manos expertas y alma de artesanos. Pero el tiempo, los cambios en la normativa ambiental y el llamado urgente de la naturaleza, los llevaron a tomar una decisión que cambió para siempre el rumbo de su historia: migrar del arte de la madera al cultivo del café.
No fue una decisión fácil. La familia Sarralde Delgado, profundamente arraigada a su oficio tradicional, entendió que el equilibrio ambiental ya no admitía postergaciones. Las restricciones sobre especies maderables y su propia conciencia ecológica los llevaron a dejar las herramientas de carpintería para hundir las manos en la tierra fértil de La Caldera, vereda S