Hay quienes dicen lo que piensan, como hay quienes piensan lo que dicen. Del mismo modo que hay quienes dicen sin pensar, así como los hay que piensan sin decir. Pues bien, entre tantas opciones posibles, la última moda en imponerse es la de interpretar las intenciones de los demás, un ejercicio totalitario y antiliberal de comprensión de la voluntad del prójimo. Dicho de otro modo, el ser humano decadente de nuestro siglo se ha convertido en un intérprete de la mente ajena, entre Rappel y el maestro Joao, ahora Benita.
Todo se inició el día y hora en que empezaron a proliferar los centros oficiales de interpretación, ya sean de la historia o de la fauna salvaje, porque alguien debió entender groseramente que los seres humanos somos menores de edad que requerimos de una pedagogía impuesta