Nueve amigos que caminaban juntos casi todos los días se reunieron a compartir un trago de “chirrinchi”, ese licor artesanal que, entre risas y confianza, suele pasar de mano en mano como símbolo de amistad. Nadie imaginó que esa botella plástica escondía el final de tantas vidas.

El primero en caer fue el mismo que lo preparó. Con orgullo repartió lo que había hecho, sin saber que el veneno ya corría en sus entrañas. Sus compañeros lo miraban preocupado, hasta que uno a uno comenzaron a doblarse de dolor, a botar espuma por la boca, a perder la mirada en medio de convulsiones. La escena fue de espanto.

“Los llevaban en carricoches, en carretillas, como podían… parecía una guerra”, relató entre lágrimas un vecino que los vio partir rumbo al Hospital General de Barranquilla. Allí, la trag

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